
¿Cómo le explico a un amigo
amante de la justicia
que, en la isla, la inmundicia
también se ensañó conmigo,
que, a mi pesar, fui testigo
de la violencia de estado
con la que fui adoctrinado
durante toda mi infancia,
de la que, a fuer de constancia,
por fin me he desprogramado?
***
Esta décima es parte de la serie “Cuba y lo inexplicable”. Las espinelas en cuestión pueden ser leídas independientemente o en conjunto. Si juntas, recomiendo recitarlas —sí, en alta voz, como en los matutinos escolares— en el orden en que fueron concebidas y publicadas en este blog: I, II, III, IV, V, VI, VII.
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