
A mi madre, que me dio el pie forzado (y tantas cosas más)
Tan cercana y tan lejana
—como una nube que pasa—,
la memoria de mi casa
—y mi casa fue La Habana,
esa entelequia cubana,
vágula, blándula, triste—,
se revela, se resiste
a ser mera fantasía.
Es una triste ironía
que ese país ya no existe.
Siempre estara en mi memoria cuando salia con mi padre los domingos todos elegantemente vestidos, la cortesia y respeto en tiendas y restaurantes, era chica pero sentia satisfaccion de todo eso que se ha perdido.
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