
Me fui de Cuba a un invierno
para escaparme del mal
de ese régimen brutal
que hizo de la isla un infierno.
Me la traje en mi cuaderno.
La reinventé en el recuerdo.
La empaqué en el lado izquierdo
del pecho, en el intestino…
Su luz me alumbra el camino
y me orienta si me pierdo.
Pingback: La injusticia tiembla (I) | Belascoaín y Neptuno