
en las calles de La Habana.
Esa miseria cubana
de la que somos testigos
nos ha secado, como higos,
entristece, parte el alma.
Nos roba el sueño y la calma.
Nos llena de descontento
ver el constante tormento
de dónde crece la palma.
en las calles de La Habana.
Esa miseria cubana
de la que somos testigos
nos ha secado, como higos,
entristece, parte el alma.
Nos roba el sueño y la calma.
Nos llena de descontento
ver el constante tormento
de dónde crece la palma.
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