Nunca pensé que tomaría partido con un tiburón. Mucho menos si al otro lado de la balanza estaba un grupo de compatriotas. Pero esta demostración de ese “coraje grupal” contra el escualo me recuerda tanto a los actos de repudio orquestados por el régimen cubano y llevados a cabo sistemáticamente contra los activistas de derechos humanos en la isla, que no puedo menos que condolerme con la víctima.
Ese desprecio por la vida, esa crueldad manifiesta, ese gozo en ver al animal que boquea y muere en medio de risas y comentarios banales: quien busque el legado de más de medio siglo de violencia revolucionaria, quien quiera ver al Hombre Nuevo en acción, quien quiera conocer el fruto de la dictadura más larga y cruel de la historia cubana, deténgase en este episodio tan representativo de la sangrienta herencia del castrismo.
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[Ilustración: Garrincha].
Cuando yo me logre largar de Cuba no fui a parar a Miami ni ningún otro rincón del primer mundo donde deslumbrarme con rascacielos y lucecitas de neón. Yo llegue a una isla tercermundista donde mucha gente tiene que sobrevivir pescando y cazando. Gente pobre, sin mucha educación pero sin esa degradación espiritual de la que tan orgullosos parecen vivir la gente en el islote que me vio nacer donde han acabado hasta con las mariposas. El asunto va de dignidad y respeto por la vida… o más bien la falta de ambos.
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A no le extrane,despues de ver en el ano 80 una multitud de salvajes detras de una pobre mujer,imaginese una pobre mujer en una carrera de 100 metros,tan grande fue ese hecho,que una militar mando a parar una guagua la monto y asi termina aquella vision,que pueden importarle aquellas persona,un tiburon, si nosotros que somos Humanos lo hemos padecido.
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