Su piel tiene la forma de mis manos
y es una trampa cruel, un espejismo,
hallarme siempre a un paso de mí mismo
(tan cerca de su piel, de mis pantanos).
Cada acto de delirio me domina,
me ubica en mi esplendor y al fin me suelta.
Nunca puedo saber si estoy de vuelta
(si ya he marchado o vengo de la ruina).
Me he dejado arrastrar tan mansamente
por el ruido de frases practicadas
(motivos de placer y de disgusto),
que bebo, del sonido, lo silente,
en tazas de café descontinuadas
(con cielo rojo y azúcar a gusto).
***
Edimburgo (junio de 1999).
Belascoaín y Neptuno 
Bellísimo….
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Que soneto más hermoso y acaramelado!
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Miau, que romantico y lindo!
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Tremendo sonetazo en el güiro que me has dado.
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Que la vida te sea leve…
Saludos
F.C.
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