¿Cómo explicarte, incauto, ese concierto
de idioteces malsanas, repetidas,
de vidas malgastadas, pobres vidas,
de naves que se alejan de su puerto,
del hambre vieja, del odio insepulto,
de años arando con la misma yunta,
del grito que responde a la pregunta,
de un pueblo que se dice libre y culto:
libre para aplaudir a la cultura
del puño, del garrote y la mordaza
y del terror que deja sus secuelas?
¿Cómo explicarte, incauto, que perdura
la aversión —¿la nostalgia?— por la casa
que pisaron un día nuestras suelas?





Nada. La única forma de entender el dolor y el hambre es esperimentándolos.
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Nada. La única forma de entender el dolor y el hambre es experimentándolos.
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La nostalgia ya no es, lo que ella fue…
Saludos
F.C.
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Aversión y nostalgia, así es, inexplicable, pero inevitable. Saludos.
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