(a Guillermo Cabrera Infante y Miriam Gómez)
Esa ninfa inconstante que se abruma
—entre bromas ingenuas y macabras,
entre jugos y juegos de palabras,
entremeses y mesas y la espuma,
en la tierra del son y la yagruma,
de los machos cabríos y las cabras,
de descalabros y de descalabras—,
que no sabe cuándo es el tren a Yuma
y tampoco se da por enterada
de que tanta inconstancia me cautiva
a imaginar la luz de aquella vela
—da lo mismo encendida o apagada—,
es música y es musa y es nativa
de un hombre que es ciudad, memoria. Estela.





Un placer leerlo, gracias.
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Ahora sí que tiraste la casa por la ventana, es bello el sóneto.
Saludos
F.C.
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Great!
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Bustro, muy bien. Esos dos últimos versos le van bien a todo Cabrera Infante. El arquitecto espiritual de La Habana.
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