Si a los quince minutos de empezada una película cualquiera no me atraen sus personajes, los actores que los interpretan, la trama, la manera en que está contada, o si experimento una combinación de estos factores o todos juntos tiendo a dejar la luneta vacía, a cambiar el canal, a apagar el televisor…
Ahora escribo esto pues sentí la misma urgencia de optar por la evasión cuando sonó el primer acorde de “Puede morirse ahora, Comandante” ―interpretada por Sergio Andrade y su grupo― y luego de notar que el tiempo de duración se extendería a ocho minutos y treinta y seis segundos. O lo que es lo mismo: ¡la eternidad y un día!
Pero no fue sólo la pobreza musical lo que me desagradó en un principio. Fue también la letra y la sospecha de que aquello no era otra cosa que un homenaje al Convaleciente en Jefe. (El hecho de que el título de este post lo tomara prestado de una de las tantas canciones plañideras de la cada vez más aburrida Nueva Trova responde a que eso fue lo primero que me vino a la mente, pero en forma de pregunta, mientras escuchaba el bodrio de Andrade, que comienza con estribillo empalagoso).
Lo cierto es que es muy difícil no ver el nacimiento ―no de Venus― de una oda en este fragmento, que se repite hasta el cansancio, o lo que es peor, hasta que al oyente le entran ganas de morir:
“Puede morirse ahora, Comandante.
Lo importante está hecho.
Está hecho lo importante”.
Soy todo oídos si alguien se cree capaz de explicarme la diferencia entre la estrofa de arriba y mi traducción de la misma a un lenguaje más directo:
“Puede morirse en paz, Comandante.
El relevo está listo.
Está listo el relevo”.
Si algo tiene “subversivo” el video son las fotos. Y no todas. De hecho, muchas pertenecen a la más cuidada iconografía revolucionaria: Fidel Castro con la paloma blanca en el hombro, unos camilitos desfilando, un mar de gente con pulóveres rojos ondeando banderas cubanas… y así por el estilo.
El autor se decanta por llamar al tirano “mi comandante”, para luego decirle que “los robles se inclinan ante usted” y cuando, por fin, en algún momento del soporífero poema menciona la palabra “dictadura”, lo hace arropándola entre cumplidos y guardando la distancia de quien reproduce un rumor: “(yo) escuchaba repetir chistes sobre sus andanzas,/ anécdotas de bien, logros, apuntes a su dictadura, alabanzas”.
Los lugares comunes, la sensiblería más rampante y la ambigüedad tan favorecida por escritores de libros de autoayuda se suceden con entusiasmo a lo largo de los casi nueve minutos de agonía. No cito aquí el resto de las prendas que regala en aras de no hacerles perder a mis lectores el tiempo de leerlas y, claro, para evitarme yo el tiempo de transcribirlas. Sólo hago constar que donde Andrade y compañía dicen: “Puede marcharse ahora, Comandante./ Yo ya me he acostumbrado a vivir a su sombra”, yo canto con Gorki Águila y Porno Para Ricardo: “¡No coma tanta pinga, Comandante!”.
Interpreto lo que tú y contigo canto con Gorki y su banda… Qué asco de CR y HC.. jajaaja si me preguntan los que significan en privado se lo diré….. QUE SE VAYA, QUE SE VAYA, QUE SE VAYA YA!!!!!
Niurki
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Váyase ya, Coma-andante.
Qué Dios y el Diablo decidan
De manera inapelable
A donde irá a parar
Ese espíritu maligno
Que habita su mente enferma.
Lárguese ya, falso sabio.
Deje el espacio vacío
Para que vuelva otra vez
A renacer la verdad.
Déjenos en paz, señor de mil guerras,
De conflictos infinitos,
De discordias sin razón.
Váyase ya, Coma-andante,
Que con usted se irá finalmente
La pesadilla imposible
Y el daño que nos ha hecho
Comenzará lentamente a sanar.
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Ni elegía ni canción. Es un purgante audiovisual.
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