Un efecto secundario de vivir en un país cuyo presidente es un golpista ―no “ex golpista”, que eso no existe; si uno es golpista, lo es de por vida― que aspira a perpetuarse en el poder es el hecho de que, con la falta de práctica ―o ante la inminencia de la trampa en las urnas― se pierde la sana costumbre de ejercer el derecho al voto. Tal es el caso de Juan Arango ―capitán del equipo venezolano de fútbol―, que se abstuvo de votar para elegir a los tres mejores jugadores del año de la FIFA. (En este PDF pueden ver las votaciones de los capitanes y seleccionadores de casi un centenar de países).
Abstenciones, en general, hubo pocas: de hecho, se cuentan con una mano. De ellas, reitero, destaco la de Arango, capitán de la selección bolivariana. El venezolano no votó. Y eso, queridos camaradas, es sintomático.
Alguien dirá que mi lógica hace agua pues el capitán del equipo de Cuba ―que sufre una dictadura en toda regla― sí votó. Pero su nombre es Yenier, cosa que lo hace ―quiéralo o no― miembro de la Generación Y. Y eso, dilectos amigos, también es sintomático.
¡Feliz Navidad a todos!
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