Estos regalos te vigilan el insomnio:
la postal de un pájaro volando al sur,
frascos de vitaminas, jabones,
botellas vacías, ceniceros,
un piano silente y solidario
y el ladrido oportuno de tu perro.
Regresas a la cama.
En cualquier latitud, mentir
sigue siendo un derecho absoluto.
El azar repite su rutina inigualable.
Y otros regalos te vigilan mientras duermes.





Asi es, siempre el ladrido de mi perro………
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«La vida entera cabe en un soneto…».
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Eso, redundo, está muy bueno.
César Reynel
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