García Márquez tiene quien le escriba
(aunque le hago un soneto inoportuno).
El Gabo va a tomar su desayuno
a la ciudad que es trampa boca arriba.
Sus colegas de oficio y de calibre
aglutinan palabras inmediatas
y se pudren en cárceles baratas…
Y el Premio Nobel bebe un Cubalibre.
Vivió para contarla a su manera:
una historia parcial, desvencijada.
José Arcadio, Aureliano y sus compinches:
héroes de una nube pasajera,
caudillos de ilusión apasionada…
Y el Nobel: en La Habana y sus bochinches.