A partir de un excelente texto de Manuel Sosa sobre las dimensiones y las lecturas del canon cubensis —que involucran, entre otras notables figuras, a Harold Bloom, Roberto González Echevarría, Manuel Díaz Martínez, Emilio Ichikawa, Duanel Díaz Infante—, Jorge Salcedo y yo —¿o somos uno los dos?— hemos vuelto a la siempre grata tarea de crear un cadáver exquisito, escribiendo, otra vez, versos alternos, inspirados en gran medida en una verdad salomónica expuesta por Sosa: «Muchos quisieran que el Canon fuese una guagua o un tren, y que pudiera regresar mañana a recogerlos, con sus matules a cuestas».
si no va lleno y para en la parada,
si no hay confronta o si la madrugada
sosiega la ansiedad de irse a los remos.
En el próximo canon estaremos
traficando influencias, mermelada…
Al canon, con su puerta entrecerrada
por el molote, nos engancharemos.
Canon cubensis, llénanos de gracia,
asciéndenos —a Yale o Hialeah
y su alta y literaria aristocracia.
Cheva, tírame un cabo con Haroldo.
Recuérdale que escribo poesía:
Mi prima está desnuda bajo el toldo…
Bustro, eso es lo que se llama anticipación. Tienes que enviárselo a González Echevarría. Si uno quiere entrar al canon, mejor ir haciendo contactos… LOL
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¡Cobra vida el cadáver exquisito en sus plumas! (digo teclas).
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Salcedo: Ya sabes. A meter los codos desde ahora. Ja ja.
Para decir el lema:
Canon u olvido: ¡Escribiremos!
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¿Será Salcedo,
tu alter-ego?
Saludos
F.C.
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Hola, estuve en reuniones. As usual. Si no entro al Canon, tengo al menos el orgullo de decir: «Yo era el que manejaba la guagua». Ustedes se han lucido con la ponchadora en la mano: tickets, please…Ustedes, los conductores del Canon que pasaba una vez por mes rumbo a la Gloria. Abrazos.
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