
Se acabó el pollo de dieta
que “daban” en la bodega.
Se acabaron la fe ciega,
el culto a la metralleta,
la impunidad del trompeta,
y se rompió la vitrola.
No se ha acabado la cola
que busca aplacar el hambre.
Se come un cable de estambre
el alma trémula y sola.
***
Nota bene: Desde el 30 de noviembre de 2020, he publicado a diario en Belascoaín y Neptuno.
Posdata: 14ymedio publicó las siete décimas de “Oda urgente a los productos racionados” en Diversionismo ideológico, mi columna semanal.