
Érase una vez un mango.
Érase un mango podrido,
que era miembro del Partido
¡y jerarca de alto rango!
Como un verraco en el fango,
era feliz el tirano:
mientras el pueblo cubano
en la hambruna malvivía,
Lis Cuesta le repetía
que él era su soberano.
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Nota bene: Desde el 30 de noviembre de 2020, he publicado a diario en Belascoaín y Neptuno. Te invito a leer la entrada de este día hace exactamente un año. Si sientes que me repito, recuerda que más se repite la realidad cubana.