Díaz Canel tiene una esposa.
Cualquiera piensa que está loca:
se mete en Twitter y arma el titingó.
¡Así es Lis Cuesta!

Y este dolor se quedó dentro
de Cuba, esa isla que me encuentro
desperdigada a través
del mundo entero.

Eso pasó hace mucho tiempo.
Y aún esperamos el momento
en que en la isla cese el terror
que impone el cuerpo represor.

Debo admitir: no pude con
esos gritos de «¡paredón!»
y ese temor de la gente
a caer presa.

Fue un estropajo el corazón.
No es tan fácil.
¿Quién sobrevive un apagón kamikaze?

Fue un estropajo el corazón.
No es tan fácil.

En Las Tunas o en Holguín
no hay agua ni hay barriga llena.
¿Tú no ves, Díaz Canel?

Hay hambruna en Mayarí.
No es este el sueño de Martí.
¡Qué pena! ¿Tú no crees?

Eso pasó hace mucho tiempo.
Y aún esperamos el momento
en que en la isla cese el terror
que impone el cuerpo represor.

Debo admitir: no pude con
esos gritos de paredón
y aquel temor de la gente
a caer presa.

Fue un estropajo el corazón.
No es tan fácil.
¿Quién sobrevive un apagón kamikaze?

Fue un estropajo el corazón.
No es tan fácil.

En Las Tunas y en Holguín
no hay agua ni hay barriga llena.
¿Tú no ves, Díaz Canel?

Hay hambruna en Yumurí.
No es este el sueño de Martí.
¡Qué pena! ¿Tú no crees?

Fue un estropajo el corazón.
No es tan fácil.

***

Nota bene: Desde el 30 de noviembre de 2020, he publicado a diario en Belascoaín y Neptuno. Te invito a leer la entrada de este día hace exactamente un año. Si sientes que me repito, recuerda que más se repite la realidad cubana.

Posdata: La obra a mis espaldas es de Rafael López Ramos​.