
A la vera del camino,
cuando caía la tarde,
sin aspaviento ni alarde,
me saludó un estornino.
Compartimos el destino
y el arrebol carmesí.
Y yo pensé en el totí,
que tantas culpas aguanta,
que grazna —o mejor—, que canta
en la tierra de Martí.
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Nota bene: Desde el 30 de noviembre de 2020, he publicado a diario en este blog. Aquí puedes leer la entrada de este día hace exactamente un año. Si sientes que me repito, recuerda que más se repite la realidad cubana.