
Anoche soñé contigo.
Eras la misma y distante
—o distinta—. Fue un instante
tan similar al castigo
de no tenerte conmigo,
de tenerte sólo en sueños.
Así somos los isleños:
yo que soñaba con irme,
sueño con tu tierra firme
desde estos predios norteños.
***
Ilustración: Garrincha.
Nota bene: Desde el 30 de noviembre de 2020, he publicado a diario en este blog. Aquí puedes leer la entrada de este día hace exactamente un año. Si sientes que me repito, recuerda que más se repite la realidad cubana.
PD: Hace casi década y media, cuando salió mi primera novela, a mí me impresionó muchísimo la cantidad de lectores que compartía aquella pesadilla de mi personaje, mi pesadilla, nuestra pesadilla colectiva. La pesadilla —soñar que estaba en Cuba y no podía salir— era recurrente en mis primeros años de exilio. Se ha disipado con el tiempo, pero aún me visita, con muchísimo menos frecuencia desde que se la di a un personaje en mis Salidas de emergencia. Pero le di una vuelta de tuerca en la ficción: el personaje que sueña que está en Cuba, despierta en medio de unos escalofríos y con el corazón en la boca… y recuerda que está en Cuba. Habiendo dicho esto, no creo haber tenido esta pesadilla en mis décadas de vida en la isla. Allá eran otros los terrores.