
Con la camisa estrujada,
con esas libras de más,
se aparece el mandamás,
con todo y frente sudada,
con la rabia en la mirada,
con su silueta de foca
y el mal aliento en la boca,
va a dispuesto a moyugbar
ante la tumba del zar
que yace bajo la roca.
Con la camisa estrujada,
con esas libras de más,
se aparece el mandamás,
con todo y frente sudada,
con la rabia en la mirada,
con su silueta de foca
y el mal aliento en la boca,
va a dispuesto a moyugbar
ante la tumba del zar
que yace bajo la roca.
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