
Dicen, Humberto, que de mí murmuras,
pues pienso en mi país en la distancia
y veo con horror que en tu arrogancia
al arte de la represión te apuras.
En Cuba, en el exilio, en todas partes
que se menciona la isla repetida,
el pueblo pide —y canta— patria y vida,
desde las calles y desde las artes.
Tú, sin embargo, desde el noticiero
anuncias esos juicios en ausencia
y así complaces a tus superiores.
¡Diles, bribón!, que aquel estercolero
en el que te ganas la subsistencia
pronto conocerá días mejores.
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