
La distancia que separa
que crea esta algarabía
de emociones, que dispara
con esa violencia rara
siempre tan propia del ruido
y del carmín encendido,
me sale hasta en los espejos.
New Jersey no está tan lejos.
Más lejos está el olvido.
La distancia que separa
que crea esta algarabía
de emociones, que dispara
con esa violencia rara
siempre tan propia del ruido
y del carmín encendido,
me sale hasta en los espejos.
New Jersey no está tan lejos.
Más lejos está el olvido.
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