
Aquella abuela paterna
—que no me reconoció
por mi raza y propició
mi animadversión eterna,
mi condena sempiterna
y esta décima tardía
que evoca su hipocresía,
y su odio a mi pelo rizo—
nunca fue familia mía.
Aquella abuela paterna
—que no me reconoció
por mi raza y propició
mi animadversión eterna,
mi condena sempiterna
y esta décima tardía
que evoca su hipocresía,
y su odio a mi pelo rizo—
nunca fue familia mía.
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