
Interrumpo esta insólita racha de décimas para acusar recibo de la más reciente —y alucinante— iniciativa del régimen de los Castro, que, por lo visto, luego de proponer avestruces, jutías, cocodrilo y curieles para la cada vez más post-apocalíptica dieta de los cubanos, se ha lanzado a una nueva conquista: ¡¡cambiar el calendario gregoriano!! Si lo entendí bien, a partir del próximo año, ¡el nuevo día tendrá 32 horas! ¡Y cada hora durará 45 minutos! No tienen que sacar cuentas: equivalen a… ¡los mismos 1440 minutos diarios de hoy! Lo hacen para marear la perdiz. Que ya ni saben en qué (hacernos) perder el tiempo.
Huelga decir que esto es una ridiculez total. Pero lo digo. Sin embargo, la movida no ha de extrañarnos de un gobierno que desde sus albores comenzara fusilando, reprimiendo, exiliando, confiscando, inventando constituciones, partiendo a la nación en dos, trocando anillos de oro por ventiladores rusos y joyas por Ladas y polaquitos, redistribuyendo límites territoriales y añadiendo provincias al mapa como quien espolvorea condimentos en un ajiaco. Las seis provincias que devinieran catorce y más tarde quince inspirarían a Hugo Chávez a cambiar el nombre de la república y hasta la bandera de Venezuela. Aun así, el régimen cubano —todavía celoso de aquella ocasión en que el dictador venezolano retrasara media hora los relojes del país “para ahorrar energía eléctrica”— ahora se lanza a modificar una nueva dimensión: ¡la temporal!
Me limito a copiar y pegar el correo que me llegó anoche, de fuente que me reservo, por aquello de que en silencio ha tenido que ser. Por lo pronto, saquen sus propias conclusiones. Y si alguien tiene noticias más recientes o concretas, que lo diga en los comentarios.


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[Ilustración: Garrincha].
Actualización de las 10:30 PM
Estimados lectores de Belascoaín y Neptuno: ¡feliz Día de los inocentes!
Llevo diez minutos riéndome sin parar. Lo peor de caso (o quizá lo mejor) es que lo gugulié por si las moscas. no fuera a ser que resutlara verdad porque como nunca se sabe…
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¡Me encanta que lo hayas buscado en Google, Tere! ¡Y más me encanta que te hayas reído con mi ocurrencia! Para serte franco, a mí no me extrañaría que a quienes se les ocurriera cambiar de moneda en medio de una pandemia les dé también por hacer borrón y cuenta nueva con el calendario.
Mañana sacaré un compendio de las inocentadas que he publicado por acá… ¡desde 2008! Creo que la más verosímil ha sido la de que Silvio Rodríguez rompía con el régimen. Hasta me llamaron de un canal de TV en Miami para que les confirmara la noticia. Y hubo lectores que se insultaron alegando que «con eso no se juega» (no sé si habrán regresado por acá desde entonces, y, si decidieron no hacerlo, sería una pena). También escribí una de Mariela Castro que desertaba en España. Y causó cierto revuelo. Las demás entradas han sido más hiperbólicas, pero creo que más de uno se las creyó…
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Morí de risa… Ahora sé que nací el proyecto 6 de la meta 9 de la batalla 1986… coñó!
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¡Gracias por el dato, Dainerys! Lo apunté en mi calendario de la victoria y te celebraré en el proyecto adecuado. Ojo al detalle: calculaste tu cumpleaños con la idea obsoleta de que hay doce metas por batalla. Pero a partir del 2021 habrá once, ¡cada cual con catorce o dieciséis proyectos! Vamos, que ya no sé ni en qué día nací. (Por cierto, parece que hubo un error de cálculo en el email que anunció estos cambios: en lugar de un proyecto aciago habrá, al menos, cuatro. Pobre Fernando Rojas: no pone una).
¡Hasta la décima siempre!
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Creo que mejor cancelamos los cumpleaños y celebramos solo las victorias. Esto está demasiado complicado.
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