San Givin en la playa
Pablo Medina
Traducción de Alexis Romay
El olor a cangrejo de las playas invernales
es como el aliento de un político
que ha regido el país
durante meses sin un cepillo de dientes.
Ha dejado a la deriva a su esposa, a su hijo estupefacto,
a sus amantes furiosos que le creyeron el elegido.
El político tiene manos doradas,
ojos azules de pececillo, una voz que hace rechinar
las bisagras rotas del enero de 2017.
Toda la niebla de sus pronunciamientos
hace que el día se torne gris cual leche cortada.
Con el pecho erguido como el pavo
que acaba de perdonar, ahora habla
a las legiones que son su espejo:
voten por el acosador de menores, los ricos deben
enriquecerse más, haremos que llueva fuego sobre nuestro enemigo.
Una gaviota grazna en el viento.
Las olas rompen en un rojo neón y falso.
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Publicado originalmente en Pen.org.