Cuando llegue la primavera,
iré a la Florida,
iré a Miami,
si el avión no es de Cubana.
Iré a Miami.
Cantarán los rascacielos.
Iré a Miami.
Cuando la pera quiera ser mamey,
iré a Miami.
Y cuando quiera tener sabor el plátano,
iré a Miami,
con la rubia cabeza de Cristina.
Iré a Miami.
Y con el programa del Gordo y la Flaca,
iré a Miami.
Agua de mar y agua de cocoteros,
iré a Miami.
¡Oh, Cuba! ¡Oh, bullicio de la Calle Ocho!
Iré a Miami.
¡Oh, croquetas de jamón y queso y pan tostado!
Iré a Miami.
¡Algarabía latente en todas partes, cubaneo!
Iré a Miami.
Siempre he dicho que yo iría a Miami
en un avión de una aerolínea americana.
Iré a Miami.
A visitar a mis amigos y parientes,
iré a Miami.
Mi novela en sus bibliotecas,
iré a Miami.
La huella de un balsero en la arena,
iré a Miami,
ciudad de la esperanza y de la espera,
iré a Miami.
¡Oh, frescor de la sombra en tus aceras!
¡Oh, Cuba! ¡Oh, cena ritual en el Versalles!
Iré a Miami.
***
[Quienes no conozcan el “Son de negros en Cuba”, de Federico García Lorca, pasen y lean].
Pingback: Exhortación al viajero a #Miami | Belascoaín y Neptuno
Pingback: Vindicación de Miami | Belascoaín y Neptuno
Pingback: Oda urgente a Miami | Belascoaín y Neptuno