He escuchado “La cibertimba” de Boris Larramendi cuatro veces seguidas. O sea, que me acabo de bajar del tren rumbeando mientras los demás pasajeros se preguntan por mi entusiasmo ídem. El motivo es ese swing que no cesa que reparte el Boris a diestra y, cómo no, a siniestra.
Entre un estribillo y el siguiente, el Boris nos recuerda que las penas se van cantando:
Siempre habrá facturas que pagar
por dondequiera.
Y la más cara pone “Libertad”.
Dímelo a mí.
Pero no se lo digan con la boca. Díganselo con la billetera. Ayúdenlo a pagar el precio de no haber entrado por el aro. ¿Cómo? ¡Soltando el baro! Así:
Cubanos que me escuchan: patrocinen el proyecto, que el marabú pincha, ¡pero la cibertimba está que corta!