Acabo de publicar en Twitter una genialidad de Jorge Salcedo: un poema —también un inventario— que hoy cumple cuatro años y, ay, tiene la misma vigencia que tenía la madrugada en que salió a la luz.
A propósito de los comentarios al post de Salcedo, @PenultimosDias, a sabiendas, me dio un pie forzado.
Y yo le tomé la palabra. Abajo (Fidel) va lo que salió en el tren de regreso a casa.
Puedo escribir los versos con moringa.
Escribir, por ejemplo, que a la sombra
hay huevo, carne y leche y una alfombra…
¿evitarán que la nación se extinga?
Puedo escribir, pero ¿vale la pena
rememorar el asco que provoca
ver esa barba, el rictus de la boca
que ha sido de mi pueblo la condena?
Soñamos con la moringa oleifera
y es una pesadilla recurrente
de la que un día al fin despertaremos.
Quienes vivimos en Cuba por fuera
tenemos un anhelo bien presente:
sin Castro y sin moringa, ¡volveremos!
Pingback: Reflexiones del Comandante: Cultivo moringa blanca | Belascoaín y Neptuno