Hace casi un lustro, con la colaboración y complicidad del poeta Jorge Salcedo, este blog conoció un periodo de apogeo satírico a cuatro manos. Por lo general, Salcedo dejaba un pie forzado en la sección de comentarios de la entrada más reciente; yo le respondía de inmediato y, en menos de lo que tarda contarlo, nos dábamos el lujo —y cometíamos la osadía— de escribir décimas y sonetos a la vista del público. Los temas variaban, pero solían encajar sin mucho esfuerzo en el subtítulo de este blog: Cuba, literatura y otras enfermedades tropicales.
También hicimos estos cadáveres exquisitos —categorizados en este blog bajo ese nombre— en Salcedo Diario y en La finca de Sosa. Al experimento se sumaron en algunas ocasiones Manuel Sosa, Néstor Díaz de Villegas y el difunto Heriberto Hernández (que en paz descanse).
Hoy, tomando como punto de partida el título del post matutino, Salcedo volvió a encender la mecha.
Así empezó la cosa:
Y después del tráfico de versos, he aquí el resultado final:
Cuba es lo que uno se inventa
y un inventario de azares
a la deriva, en los mares,
entre el oprobio y la afrenta.
Algo más propia y más lenta,
más leve, menos distante
que ese dolor ambulante,
que ese rumor enemigo
que pesa como el castigo
y acompaña como amante.
Es mucha verdad
Vicky
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