a Teresa Dovalpage, que me dio el pie forzado; a Lucila Bejarano, que no la olvido
En el lar de la memoria
habita esta tía mía.
Ella, que no poseía
otra cosa que su historia,
vive por siempre en la gloria
—en la gloria nebulosa,
arbitraria y azarosa—
que el recuerdo le depara.
La evoco, y vuelve su cara:
jovial, amable, jocosa.
***
(Foto: Santos Rodríguez).
Que lindo que es recordar
recordar las cosas buenas
aunque detalles, apenas
puedan en alma asomar.
Así es que se aprende a amar,
amar lo bueno y lo sano,
lo que hace al ser humano
ser humano de verdad,
sin ninguna oscuridad,
ni por la vida desgano.
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¡Gracias, Alexis! Me habría gustado conocer a tu tía. Y ese edificio con todo y carro azul abajo creo que se detuvo hace tiempo a la sombra del lar. La foto me ha traído muchos recuerdos de Centro Habana, sobre todo el balcón desguabinado que está arriba…
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Hijo, que linda descripcion, tal como es ella, yo siempre la tengo presente igual que tu y espero que volvamos a encontrarnos como antes
con esta tia especial, mi querida hermana, Lucy
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