Acabo de ver un soporífero documental sobre el skateboarding en Cuba. Más allá del regodeo de los realizadores en la abundante escasez ―ese contrasentido que encuentra su razón de ser en la isla―, lo que me llama la atención es el cantinflismo que practican los patinadores; ese no decir nada mientras se habla y se habla. Ya sé que son muchachos jóvenes, pero no me refiero a la profundidad de las ideas. Lo que me deja pasmado es el hecho de que, por lo visto, no pueden usar el lenguaje con un mínimo de coherencia. Si el documental fuera una tira cómica, en los globos dedicados a las locuciones de los personajes aparecería esto: (*&%%^%^&_#@!$#.
Son dieciséis minutos irrecuperables. Huelga decir que no recomiendo el material. A no ser que quieran escuchar el acento habanero quienes llevan tiempo fuera de la isla.