
a tus hijos y a tus nietos
y que siembres de esqueletos
cada sitio donde mores.
Lo triste es la persistencia
del oprobio y de la afrenta.
Lo triste es que la tormenta
lleva tu hedor y tu esencia.
Lo triste de esta tristeza
es su innegable certeza.
***
Y dice Jorge Salcedo:
Lo triste de esta tristeza
es no saberla llevar,
cambio La Habana y el mar
por llegar a esta certeza:
soy de allí y no soy de esa
única veta creado.
Huérfano, no devorado
voy aprendiendo a nacer
entre mi hoy y mi ayer:
entre aquí y el otro lado.
es no saberla llevar,
cambio La Habana y el mar
por llegar a esta certeza:
soy de allí y no soy de esa
única veta creado.
Huérfano, no devorado
voy aprendiendo a nacer
entre mi hoy y mi ayer:
entre aquí y el otro lado.
Huérfano, no devorado,
voy aprendiendo a nacer.
***
Y dice Heriberto Hernández:
Lo triste de esta tristeza
acueste lado del mar
es tener, aún, que aceptar
este dolor. La certeza
de que a nadie le interesa
de nuestro pueblo el destino,
que aún impere el desatino
que nos obliga a emigrar
y que arrojarse a la mar
sea el único camino.
______
título: Saturno devorando a sus hijos
artista: Francisco Goya
año: 1819-1823
técnica: óleo sobre lienzo
acueste lado del mar
es tener, aún, que aceptar
este dolor. La certeza
de que a nadie le interesa
de nuestro pueblo el destino,
que aún impere el desatino
que nos obliga a emigrar
y que arrojarse a la mar
sea el único camino.
______
título: Saturno devorando a sus hijos
artista: Francisco Goya
año: 1819-1823
técnica: óleo sobre lienzo
Lo triste de esta tristeza
es no saberla llevar,
cambio La Habana y el mar
por llegar a esta certeza:
soy de allí y no soy de esa
única veta creado.
Huérfano, no devorado
voy aprendiendo a nacer
entre mi hoy y mi ayer:
entre aquí y el otro lado.
Huérfano, no devorado,
voy aprendiendo a nacer.
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Soberbio pas de deux.
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Este binomio Salcedo/Bustro esta afilado… A+!
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Que buen engarce han hecho.
¡Magistral!
Saludos
F.C.
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Lllego tarde de nuevo pero…
Lo triste de esta tristeza
acueste lado del mar
es tener, aún, que aceptar
este dolor. La certeza
de que a nadie le interesa
de nuestro pueblo el destino,
que aún impere el desatino
que nos obliga a emigrar
y que arrojarse a la mar
sea el único camino.
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